lunes, 6 de mayo de 2024

Fin de temporada

La familia no es un buen lugar para guardar un secreto




«Qué bonitos son los 'campings'», exclama divertido Ignacio Martínez de Pisón.

Fin de temporada (Seix Barral, 2020) nació, cuenta el autor, de una conversación de bar con un amigo extremeño. Era la historia de una pareja de novios de Plasencia que saliendo apenas de la adolescencia, ella con 17 y él con dos años más, decidieron trasladarse a Portugal para acudir a una clínica abortista. Por el camino, un accidente de tráfico segó la vida de él y a ella le hizo cambiar de intención. Tendría el hijo. «Lo bueno de esa historia es que solo conocí el arranque, mi amigo no me pudo dar más datos. Eso me permitió dejar vía libre a la imaginación y construir a placer el destino de esa madre y ese hijo».
Otra vida posible

Martínez de Pisón ambienta ese principio en 1977. Casi veinte años después, Rosa y su hijo Iván comienzan el que será el proyecto de su vida, la recuperación de un camping en la Costa Dorada, en Miami Platja, junto a su última amiga, Mabel. Desde que Iván nació han vivido en diferentes lugares, siempre de forma provisional, siempre solos, huyendo de un pasado que no tardará en alcanzarlo.

Esta es una novela sobre la fuerza, a veces envenenada, de los lazos de sangre; sobre secretos familiares que hacen que cada generación se vea abocada a repetir ciertos errores, y sobre cómo saber nos transforma en otras personas.

Ignacio Martínez de Pisón traza personajes memorables, como la figura de Mabel, y una relación madre e hijo extraordinaria en esta historia que recorre casi un cuarto de siglo y nos descubre que el pasado no resuelto es una trampa vital aunque intentemos ignorarlo, o precisamente por ello.

En la vida de estos tres personajes viene a aterrizar un ser hasta cierto punto de otra dimensión, la francesa Céline, pareja de Iván. La joven llega a un ambiente de fuerte carga emocional, una telaraña de tensiones personales provocadas por la frustración, el amor, la rivalidad, los celos, también la precariedad. Destacamos el paralelismo de la protagonista de Nada de Carmen Laforet, Andrea, tanto aplicable para Iván como para Céline. 

Otros personajes de la novela relacionados directamente con el pasado de Rosa vienen a completar un cuadro humano sofisticado y necesario. El muchacho se mueve entre tres o cuatro mundos y no acaba de sostener convenientemente el peso: por una parte, el origen familiar extremeño, anclado en una España para él arcaica, la de 1977, que repudia a las madres solteras; un Portugal no mucho más avanzado en que podía realizarse un sueño indefinido, pero seguramente no ideal o acaso negativo para él, y por último la Francia que había acogido a los emigrados españoles en una sociedad más tolerante y avanzada.

En definitiva, el estilo del escritor zaragozano asegura a la novela una voz eficiente, adecuada y determinada. El autor es capaz de dibujar y manejar todas las figuras con significativa pericia. Y la ambientación a finales del milenio anterior, en medio de las incipientes telecomunicaciones, es bien realista. En esta sutil recreación del mito de Isis y Osiris se aborda el problema del aborto de un modo personal y familiar, no político, y que muestra una relación posesiva por parte de la madre que se niega a que su hijo crezca y se vaya, lo que no deja de ser una relación cada vez más tóxica.

Una historia de relaciones personales, de pérdidas, de renuncias, de paisajes, de amores perdidos y secretos. Un retrato de una época de España en la que estaba saliendo de una dictadura, en la que la moral, las relaciones sexuales, el aborto y tantas otras cosas estaban cambiando.

Nunca hasta ahora se había acercado tanto Pisón a la actualidad como en esta novela: «Entonces teníamos la sensación de que las cosas iban a ser estables y tranquilas, que el futuro iba a seguir siendo así. Y sin embargo, era el final de una época, un fin de temporada, en el que nadie imaginaba que poco después iban a caer las Torres Gemelas, la amenaza de los fanatismos islamistas, la crisis económica y, finalmente, la pandemia».

jueves, 2 de mayo de 2024

El mito de Isis y Osiris

Rosa e Iván


Uno de los dioses más transcendentales del Antiguo Egipto era Osiris, el dios de los muertos. Su esposa era Isis.

Cuenta la leyenda que Osiris había reinado en Egipto y había enseñado a los hombres la cultura y las artes de la agricultura. Gobernaba la franja fértil del país y su hermano Seth, el desierto estéril, por eso le tenía envidia. Así que Seth organizó una fiesta e invitó a su hermano Osiris.

En la fiesta había un ataúd muy grande y muy lujoso. Seth prometió que se lo regalaría a aquel que cupiera en su interior perfectamente. Todos lo probaron sin éxito, pero al entrar Osiris, Seth y sus compinches se abalanzaron para cerrar la tapa y la clavetearon para que no pudiera salir. Cogieron el ataúd y lo tiraron al río.

Isis encontró el ataud y lo dejo a la orilla del río para que al día siguiente hacer los rituales que le permitirían pasar al Más Allá. Más tarde esa noche, Seth volvió al Nilo, para asegurarse de que el cuerpo de Osiris había desaparecido del río. Encontró el cadáver de su hermano fallecido y lleno de ira, cortó el cuerpo de Osiris en catorce trozos y los esparció por todo Egipto. Isis, con ayuda del dios Anubis, fue juntando uno a uno los pedazos y recompuso el cuerpo.

Cuando despertó Osiris, Isis se convirtió en un ave y voló sobre él levantando un aire que le reanimó y posándose sobre él, se quedó embarazada de su hijo Horus. Pero aunque Osiris resucitó, pasó a reinar en el de los muertos.

Esta leyenda dio origen a que los egipcios pensaran que Horus se encarnaba en el rey mientras vivía, sin embargo al morir, se convertiría en Osiris.

Ignacio Martínez de Pisón

La familia



Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) es Premio Nacional de Literatura 2015 por su novela La buena reputación (2014), que recoge alguno de sus principales temas de interés: los conflictos familiares, el valor de los secretos y la pervivencia del pasado. El autor traza en sus novelas “un dibujo en que casa muy bien lo interior y lo exterior, lo psicológico y lo social, la historia familiar y la crónica política, hasta logar un cuadro muy coherente de la vida sentimental y política de la España de la segunda mitad del siglo XX. 
Martínez de Pisón es también "escritor en su tinta", y pudimos disfrutar de ese encuentro en la clausura del ciclo que se celebró en 2017 aquí, en Molina de Segura.

La ternura del dragón (1984. Premio Casino de Mieres), su primera novela, Nuevo plano de la ciudad secreta (Premio Torrente Ballester en 1991), El fin de los buenos tiempos (1994), Carreteras secundarias (1996), María bonita (2001) libro que leen los alumnos de las escuelas europeas, El tiempo de las mujeres (2003), Dientes de leche (2008) y La buena reputación (2014; Premio Nacional de Narrativa, Premio Cálamo al Libro del Año) ), es la larga lista de publicaciones que avalan a Ignacio Martínez de Pisón como un autor de relevancia a la que hay que añadir el ensayo Enterrar a los muertos (2005), el escritor cuenta el encuentro en 1916 entre José Robles Pazos, traductor de Manhattan Transfer, y John Dos Passos, el libro de relatos Aeropuerto de Funchal (2009), la novela de no ficción Filek (2018) y los libros para jóvenes lectores Los hermanos Bravo (1998), Una guerra africana (1998) y El viaje americano (1999).

Además de ser escritor, columnista y crítico literario es guionista de cine y televisión. Carreteras secundarias, película homónima de la novela del escritor, y Las trece rosas son las dos películas del director Emilio Martínez Lázaro para las que Martínez de Pisón escribió el guion. Además nuestro oscarizado Fernando Trueba fue su compañero de viaje en el guion de la película Chico & Rita.

En 2011 se confirma como uno de los novelistas más importantes de la actualidad con la novela El día de mañana. con la que fue finalista del Premio al Libro Europeo de la Unión Europea y recibió el Premio de las Letras Aragonesas, el Premio Ciutat de Barcelona 2012, el Premio de la Crítica de narrativa castellana, el Premio Hislibris 2011 al mejor autor español y el Premio Espartaco Semana Negra de Gijón 2012. La novela se convirtió en una serie de televisión dirigida por Mariano Barroso.

Hay críticos que hablan de dos etapas en la carrera literaria de Ignacio Martínez de Pisón: Las dualidades a las que me he venido refiriendo, interior/exterior, sentimental/político, personal/social, tienen además la particularidad de delimitar dos ámbitos de predominancia en el desarrollo de su propia obra novelística. Podría decirse que hay en ella dos etapas: la primera comprendería el ciclo formado por cuatro novelas familiares, que comienza con la infancia de La ternura del dragón, la adolescencia de Carreteras secundarias, ambas edades asimismo en tránsito en María bonita, y que culminan con el acceso a la juventud liberadora del nido de los padres por parte de tres hermanas de una familia burguesa de Zaragoza en El tiempo de las mujeres, la novela más ambiciosa y lograda de esta primera etapa con la que Martínez de Pisón pone broche a su ciclo social-familiar.
El segundo ciclo comienza ya con la que pasó como novela juvenil, la titulada Una guerra africana, ambientada en la guerra de Ifni y el ensayo Enterrar a los muertos. Lo que ocurre es que sus dos novelas siguientes, Dientes de leche y El día de mañana, suponen el casamiento de las dos direcciones porque se sirve de unas historias familiares-personales recorridas en un fondo socio-político.

Posteriormente en Fin de temporada (2020), hace una recreación del mito de Isis y Osiris para abordar el problema del aborto, para Carlos Parso, crítico de El País “en una novela que desarma por su emotividad y clarividencia psicológica. Los personajes se debaten entre la fluidez y la fidelidad. Es una transgresión implícita en cualquier vida. Vivir es traicionarse. Ser feliz es abandonar a los tuyos.”

En 2023, regresa con Castillos de fuego, una ambiciosa novela coral en la que mezcla una soberbia y documentada ambientación histórica con el fascinante devenir de un puñado de personajes inolvidables, y que supone la culminación de una gran trayectoria literaria celebrada por crítica y público.

miércoles, 3 de abril de 2024

Un amor

La incomodidad


La historia de Un amor (Anagrama, 2020) no es romántica. Ocurre en La Escapa, un pequeño núcleo rural donde Nat, una joven e inexperta traductora, acaba de mudarse. Su casero, que le regala un perro al que llamará Sieso, como gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos en torno a la casa alquilada –una construcción pobre, llena de grietas y goteras– se convertirán en una verdadera obsesión para ella.

El resto de los habitantes de la zona –la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los fines de semana– acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.

La Escapa, con el monte de El Glauco siempre presente, terminará adquiriendo una personalidad propia, oprimente y confusa, que enfrentará a Nat no solo con sus vecinos, sino también consigo misma y su desconcierto vital y su desubicación no razonada. Llena de silencios y equívocos, de prejuicios y sobrentendidos, de tabús y transgresiones, Un amor aborda, de manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de comunicación sino de exclusión y diferencia. Un reflexión sobre el lenguaje, sobre el poder del lenguaje.

Sara Mesa nos hace replantearnos, en la página 67, los límites de nuestra propia moralidad. Un trueque que hace que las pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo poco a poco mientras, de forma paralela, la comunidad construye su chivo expiatorio.

«En muchos sitios una mujer sola es sospechosa. O tiene mal carácter o esconde algo»

La autora desmitifica el romanticismo y la vida en el campo en este perturbador relato sobre las dinámicas de poder en nuestra intimidad y todo lo que no nos decimos pero resuena en bucle en nuestras cabezas.

Los personajes de Un amor tienen conductas en apariencia extrañas o cuya justificación no es visible. Entonces se generan distintas lecturas: ¿por qué hacen cosas que incluso van contra sí mismos? ¿qué buscan? ¿qué quieren? Unas relaciones humanas, en sí, que no son ambiguas. Son complejas, están guiadas por numerosos hilos, pueden parecer contradictorias, pero suelen tener un sentido.

Nat no tiene zona de confort. La está buscando todo el tiempo. Siente siempre una marcada insatisfacción con su vida, un desajuste, su espíritu no encuentra acomodo en lo que le rodea, tiene un marcado deseo de libertad y, en algunos casos, de creación, pero no suele realizar el diagnóstico, no sabe el origen, no sabe la solución, por eso suele ir dando tumbos. Opina Sara Mesa, autora de la novela, que su protagonista es el personaje femenino más odiado de la literatura reciente.

Un amor, molesta porque incomoda, incomoda porque nos pone contra la pared, pared a la que te lleva poco a poco y en la que, finalmente te acorrala.

Un amor de Coixet


Isabel Coixet acepta el reto y filma una muy fidedigna versión cinematográfica sobre Un amor (2023), la historia de Nat interpretada por Laia Costa que, sin haber sido creada por ella, encaja a la perfección en su imaginario.

Una película que habla de sexo, que enseña el sexo y que se organiza alrededor del sexo de sus protagonistas. Se podría hablar de deseo, que es una forma más elegante de referirse a lo mismo sin pecar, pero no, en 'Un amor' la pasión mancha.

El último trabajo de Coixet consigue así un doble propósito. Por un lado, continúa con la meticulosa investigación de la intimidad que ha presidido toda su filmografía y, por otro, añade un elemento de inquietud, de interrogación asombrada, de alienación consciente, que a su manera contradice cada lugar común, cada gesto aprendido y, sobre todo, que enturbía.

Se trata de una película que incomoda desde el primer instante. Y ahí, en la incomodidad de una pantalla reducida a un cuadrado agobiante, se queda a vivir.

Lo mejor: Hovik Keuchkerian, ganador de la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, a la mejor interpretación de reparto por su personaje de Andreas, el alemán y un elenco de secundarios magníficos, como Hugo Silva, Luis Bermejo y Ingrid García Jonsson.

Lo peor: que la incomodidad intrínseca al relato pueda generar desconcierto en algunos espectadores.